Este articulo fue escrito en Mayo de 2011 en visperas del Bicentenario de Paraguay, pero nunca publicado. Hoy que celebramos otro aniversario de la independencia del pais, las reflexiones y el espiritu siguen siendo los mismos.

Paraguayan boy

 

En el 2010, Argentina celebró el bicentenario de su independencia y en el 2011 Paraguay y Uruguay, harán respectivamente lo mismo. El gobierno de Brasil anunció públicamente que pretende llegar al 2022, año del bicentenario de su independencia, sin analfabetismo, sin pobreza absoluta ni deforestación en la Amazonia. El aniversario del bicentenario es una oportunidad para nuestros países de celebrar la lucha de los pueblos latinoamericanos por su autodeterminación y una celebración del orgullo de ser parte de este continente.

Nuestros países tienen mucho de que sentirse orgullosos, poseemos un territorio fértil y con abundantes recursos naturales, compartimos lenguas y culturas en común, nuestras democracias se fortalecen de manera progresiva, las economías de la región han crecido de manera relativamente estable en los últimos años y por sobre todo, contamos con un pueblo que lucha de manera incansable por sus libertades y el desarrollo de su gente.

Pero a pesar de los muchos logros de la región y de los inmensos recursos con los que cuenta, todavía no hemos podido realizar la transición de ser países subdesarrollados a países desarrollados. Nuestras naciones todavía tienen una deuda pendiente con los 183 millones de pobres de la región, según datos del CEPAL, y seguimos siendo considerada la región mas desigual a nivel mundial. En este contexto, la generación del bicentenario tiene la tarea y la misión de transformar la historia de nuestros países a través del fortalecimiento de las políticas de desarrollo social que permitan una sociedad más equitativa con oportunidades para la mayoría.

Para asegurarnos que el crecimiento y desarrollo de la región sea sostenible a largo plazo, debemos empezar a construir los cimientos de nuestras sociedades teniendo en cuenta las necesidades de los próximos doscientos años y los aspectos que ayuden a diferenciarnos a nivel regional y mantener la competitividad de nuestros recursos mas valiosos, nuestra gente.

Es indispensable que el desarrollo de los próximos años centre sus esfuerzos en el capital humano y en la creación de una sociedad basada en el conocimiento y la información. Si queremos cambiar el rumbo de nuestro destino y generar naciones prosperas y sociedades del conocimiento y la información a largo plazo, debemos invertir no solo más,  sino también mejor en el desarrollo de nuestra gente y en aquella habilidades que serán esenciales en el futuro.

Debemos empezar a centrar nuestros esfuerzos no solo en educación para todos, sino en mejor educación, educación de calidad que contemple el desarrollo de habilidades fundamentales como el pensamiento critico, el trabajo en equipo, la capacidad de solucionar problemas complejos y la creatividad como parte esenciales del currículo académico.

Debemos empezar a invertir de manera seria y consistente en el desarrollo de las ciencias y tecnologías que permitan aprovechar el rápido y cambiante ambiente del siglo XXI y aprovechen las oportunidades que estos cambios generan. Debemos promover la innovación y el emprendedorismo como mecanismos de generación de nuevos puestos de trabajo, riqueza, y oportunidades para los jóvenes de la región.

La generación del bicentenario tiene el desafío de superar la pobreza, generar crecimiento económico sustentable y sentar las bases para el desarrollo de una sociedad basada en el conocimiento y la información. Sin duda este desafío no es menor, pero quien sino esta generación para asumir el compromiso de transformar el futuro de nuestros países. Este reto es mas que un simple desafío es un compromiso moral con los cientos de miles de personas que todavía viven en situación de pobreza de nuestra región. Pero aun mas allá de ser un desafío o un compromiso moral es una necesidad imperante que redituara de forma directa la inversión realizada a través del aumento del crecimiento económico, el afianzamiento del proceso democrático y la creación de nuevas oportunidades que ayuden a mejorar el nivel de vida de nuestros ciudadanos, todo estos factores conducentes a una mayor cohesión social.

Hoy más que nunca la respuesta para el logro de estos objetivos sigue siendo el fortalecimiento de la integración regional y la búsqueda de políticas de desarrollo social mancomunadas que sigan apostando a la integración como el principal mecanismo generador de crecimiento y prosperidad. El Mercosur se encuentra en una situación única con un claro potencial de crecimiento y desarrollo que le permita superar la pobreza existente. En este contexto, la generación del bicentenario debe de asumir la responsabilidad de crear las nuevas políticas sociales para los próximos doscientos años, para que en el 2211 la pobreza y la desigualdad sean solo parte de los libros de historia.